Generalmente cuando picamos un tomate o un Pimentón en la cocina, (o
cualquier otra fruta), lo primero que suele hacerse es desechar las semillas
que contienen éstas, ya sea en la basura o en el fregador, con lo cual perdemos
la posibilidad de utilizarlas para crear soberanía y autonomía en nuestros
hogares y nuestras comunidades.
Ese procedimiento de secar y
guardar las semillas luego de picar las frutas es verdaderamente importante,
(además de reunir y guardar semillas de especies autoctonas y locales), porque ya existe toda una serie de
transnacionales como: Monsanto, Cargill,
Boheringer Ingelheim, Bristol-Myers
Squibb, DOLE food Company, Glaxosmithkline, Knoll,
Novartis, Schering, Unilever Group, Philip Morris, Danone (BSN), George Westron Ltd, General Mills, entre otros, que a través del negocio de la
agroindustria y de la manipulación
genética crean cultivos TRANSGÉNICOS,
esto es, hortalizas y todo tipo de plantas que a simple vista aparentan ser más
grandes, bonitas y mejores para el consumidor, pero que llevan consigo la
dependencia absoluta a los pueblos al
ser especies de laboratorio estériles, es decir que no te darán las semillas
para que puedas sembrar y cultivar tu mism@.
Desde hace más de 20 años los grandes laboratorios de esas empresas, y
detrás de ellos, científicos, intelectuales
y elites económicas han venido planificando como quitarle la soberanía a
la gente, más allá de que existan banderas, escudos, Estados Nacionales, etc
etc etc...Y el monopolio y fabricación tanto de semillas híbridas como
transgénicas tiene que ver mucho con eso, a tal punto de socavar la soberanía
alimentaria de un país, extinguir especies nativas, alterar y desequilibrar la
biodiversidad de los ecosistemas, y finalmente hasta intervenir en la salud de
las personas como consecuencia de la manipulación genética, por el uso de
agrotoxicos e insecticidas letales...
Lo cierto es que desde lo
cotidiano, una de las batallas para defender nuestra soberanía será crear en
nuestros espacios más cercanos BANCOS DE SEMILLAS autoctonas, locales y de las
que se puedan reunir, para su resguardo y libre uso en nuestras casas y
comunidades, porque el macabro plan de las transnacionales antes descritas, es
que en un futuro cercano ya no puedas sembrar y tengas que comprarle las
semillas exclusivamente a ellos, semillas que se darán una sola vez, para que
después tengas que volverles a comprar el paquete de semillas nuevamente,
porque los cultivos que se darán no las tendrán...
Nefastas han sido las
experiencias de los Tratados de Libre comercio con América del Norte, en donde
las semillas transgénicas de maíz por ejmplo, han desplazado o han puesto en
peligro las variedades locales y ancestrales existentes en el campo mexicanoo,
sin embargo esto no quiere decir que no se esté llevando a cabo una gran
resistencia por la tierra, los derechos ancestrales, la biodiversidad y la
cultura.
El Proyecto hegemónico del
monopolio de las semillas no ha avanzado al mismo tiempo o al mismo ritmo en
todos los países o regiones, pero forma parte de un perfeccionamiento de la ya
globalizada manera de llevar y de desarollar la agroindustria, que se basa en
la dependenia tecnológica a los insumos, maquinarias y semillas que dichas
transnacionales elaboran y ofrecen al “productor”, o que imponen al campesino,
y que termina siendo en cadena parte de la atrofiada y desastroza alimentación
y mal vivir de la población, que se extiende de forma generalizada y
neocolonial.
Por eso, desde lo cotidiano, una
de las formas de resistir a dicho plan macabro es convirtiendonos en guardianes
de las semillas, en practicar de manera masiva como pueblo la agroecología y el
conuco, los patios productivos, para ser cada vez más autónomos y soberanos.
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