jueves, 27 de mayo de 2010

CON MI LAVADORA NI CON EL PÉTALO DE UNA ROSA

Tenemos al capitalismo, tan adentro en los huesos, que las cosas, los peroles parecieran ser más importantes que las huellas que dejamos a nuestro paso, entonces salen a relucir las miserias, “esto es mío”, “esto es tuyo”…lo que debiera ser tan solo una herramienta que se pudiera cambiar por otra (trueque) en vista de que como valor de uso, no siempre lo necesitamos y que por ejemplo pudiéramos cambiar un ventilador que no uso, por una plancha que necesito y que a lo mejor el vecino no usa, o le sobra una… Se nos hace tan difícil convertir la tecnología en valor de uso y de cambio, o mejor dicho valor de necesidad en vez de medirlo por el valor comercial, la mercancía o el producto.

Como estamos rodeado de un mundo artificial, de artefactos ¿para que seguir produciendo más plásticos y productos, electrodomésticos, si ya la gente de tanto comprar ya tiene tantas cosas que no le caben en la casa?, mejor es trocarlo, ha, ya no necesito más la plancha, la cambio por la cafetera que tiene el compa… que me sobran dos ventiladores y hay quien la necesita, se la doy sin pedirle nada a cambio, porque al fin y al cabo ¿Qué haré con tantos peroles que lejos de ser una proeza me estorban en esta vida?, ¿caminaré acaso con un morral que tenga lavadoras, neveras, cocina, televisores, microondas y ollas?, es que acaso ¿mi vida se circunscribe a la casa?, que aburrida es la vida sedentaria, y que absurdo aquello en la cual andan muchos en querer justificarse y tener una “estabilidad” bajo los principios tradicionales, el deber ser, lo que te vendió el libre mercado como fin primordial de tu realización, de aquella felicidad de familia con los dos hijos o la regla de las 3-C: “Casa, carro, culo”…es triste que sea esa la máxima aspiración de cualquier “ciudadano común”.

Si te pones a ver, ya es suficiente con tanta artificialidad que llevamos a cuesta como para seguir agotando la tierra y los recursos naturales en un consumismo atroz y sin fin, que arrasa con todo, es suficiente ya la cantidad de cemento y de bloques de concreto que ha transgredido los paisajes, por si fuera poco, ya es suficiente y macabra la cantidad de mensajes y tips publicitarios que atentan contra la salud psicológica de cualquiera, la exorbitante y enceguecedora ambición de lucro, que te atropella y te pudre la mente de tanta mierda, de tanta mentira…

Ser desprendidos es una de las claves, asi como obtuve cualquier cosa, la puedo dar si no la necesito y pedir a otros si otros no la necesitan, cambiar cosas, trocarlas, forma parte también de otro concepto del trabajo, y de lo que llaman “propiedad”, en donde nada nos pertenece, ni siquiera nuestra propia existencia, menos aún podemos aspirar a legitimar con la mentira de un papel, el que la tierra sea de algún dueño, que el clima tenga propietarios, que el aire, el día o la noche sea una “propiedad privada”, es sencillamente absurdo seguir defendiendo mitos que nos esclavizan ante la trampa creada en la posesión “de” cosas, peroles, objetos-desgracias, mercancías, tan solo por el hecho de presumir.

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