Alguíen con el pseudónimo de "Simón Miranda" mandó un artículo con el titulo que aparece arriba, al portal web de aporrea en esta fecha, lo que generó una respuesta que a continuación comparto con quienes visitan este blog:
RESPUESTA AL ARTÍCULO “LAS COSAS DEL PRESIDENTE”
Un compatriota, que apoya a la Revolución, (así lo creo) hizo recientemente un artículo que tiene por título “las cosas del presidente”, considero pertinente responderle, ya que puede generar confusiones, en el artículo hay varios temas, que van desde la corrupción, la incapacidad de los funcionarios, y hasta la defensa que hace de nombre de lugares (impuestos por el invasor), en la cual argumenta que después de todo forma parte de la “identidad y el orgullo”, se refiere al decreto del nombre Waraira Repano y que su nombre hay que relegarlo a “un parque por ejemplo, en La Carlota”, y en algunas cosas tendrá razón como el hecho de estar en desacuerdo de llevar a nuestros caciques a un panteón que es símbolo de occidente y por lo tanto invasor, pero no tanto cuando agrega que “No Presidente, ni Guaicaipuro, ni Tiuna, ni Baruta, ni ninguno de ellos es más venezolano que usted, ni que yo”
También habla de los “imperios Incas y Aztecas, desalmados ellos”, y en su articulo expresa a su parecer que nosotros como pueblo tenemos que aceptar que una historia enajenada, impuesta, pensada por otros, que forme parte de nuestra identidad…pues bien, antes no podíamos redefinir nuestro destino porque los colonizadores, los Oligarcas y las elites de todo tipo tenían todos los poderes a su favor, tenían todos los medios y dominaban completamente a este pueblo, entonces, ¿Cómo es que vamos a aceptar algo que pudo durár 200 años o más, que lo definieron los enemigos del pueblo para borrarle la memoria?, como incluso legitimar nombres como “Avila”, “Fajardo” “Betancourt” si fueron instrumentos para joder a nuestra gente, cómplices y arquitectos del colonialismo y el neocolonialismo en nuestro país?
Quien escribe ese artículo habla con el lenguaje y los conceptos de la historia que escribieron los vencedores, los invasores, ¿en donde esta la historia contada por el pueblo y sus gentes, sus códigos y nombres y significados originarios?, por eso es que el decreto al “Waraira Repano” no responde como lo quiere hacer ver quien escribe “las cosas del presidente” como sentimiento de culpa, al contrario, es la reivindicación de nuestro rostro Abyayalano y Afrodescendiente, con sus diversidades y naciones existentes (40 pueblos originarios-con sus idiomas correspondientes, que son idiomas maternos venezolanos), que han sido aplastadas, junto a nosotros, por un modelo occidental que se erige por encima de la diversidad cultural, niega o relega a segundo plano todas estas culturas que nos habitan como morenos, blancos no tan blancos, azules, amarillos, rojos y negros. Establece la homogeneización y la estandarización simultáneamente utilizando a la Iglesia y diversos mecanismos de la “civilización”, la “modernidad y el “desarrollo” para justificar el libre mercado…
El termino “Afroamericano” a que él se refiere, es diferente al proceso histórico que los descendientes de naciones y culturas africanas han construido en nuestra tierra, para zafarse de la terminología y el lenguaje que legitima la dominación y la neoesclavitud, no tiene que ver con una mirada de afuera o cómo le parecen a quienes están viéndolo por fuera, sino a un reconocimiento de quienes se sienten afrodescendientes, con luchas y rebeliones antiesclavistas, anticapitalistas a lo largo de estos últimos 518 años de liberación nacional.
Nuestra historia como pueblo no comienza a partir de la conquista ni tampoco de la independencia republicana en el siglo XIX, ya hace 40 mil años que se han encontrado vestigios del hombre y la mujer de estos predios tropicales (Península de Paraguana-Edo. Falcón, hallazgos de Miklos Szabadics), y que hoy nos conforma, ahora que luego se incorporaron elementos europeos y afros, ya es otra cosa, y que junto a esto, también se incorporan elementos étnicos que hacen actualmente la “venezolanidad”, pero ello no implica una separación con la esencia y el espíritu de esta tierra y este continente Abyayalano, el cual ni es greco-romano, ni es anglosajón.
Los problemas que allí hace referencia como la Corrupción, la incapacidad, son las consecuencias de la estructura de un Estado burgués, un sistema capitalista, la cual estableció una dinámica para que surgieran esas enfermedades sociales, de la cual no se salva incluso el bodeguero de la cuadra, quien vende en el mercado, el comerciante informal, el “malandro”, el clase media, porque todos quieren ser como el dueño de la empresa, tener bastante dinero, aspirar a ser (porque se niegan ellos mismos), y todo es enajenación y transculturización, colonialismo y esclavitud en base a los conceptos que nos ha introyectado en la mente el capitalismo.
Luego se hace referencia a los Incas y Aztecas como “imperios”, que es el lenguaje y la terminología que occidente dejó en sus archivos de “indias”, junto a otros calificativos como “salvajes”, “caníbales”, para justificar el genocidio que se llevó a cabo en tierras Abyayalanas, porque si bien es cierto que existieron algunas desviaciones de parte de gobernantes en cuanto al poder, y ciertos niveles de dominación, nunca nuestros antepasados llegaron a contaminar un rio, una quebrada, a plantear la extinción y el exterminio masivo y a dejarnos este desmadre, que nos ha legado lo que muchos consideran como grandiosa, ilustre y civilizado modelo occidental.
Es más quienes hablan de los Incas y Aztecas siguen condenándolos desde quienes nunca nos comprenderán, nunca entenderán lo que es convivir en armonía con la madre tierra y la diversidad existente, porque para los que defienden el modelo occidental, todo es mercancía. Es más el único ejemplo de lo que nosotros conceptualizamos como “Socialismo” o “Comunismo”, lo practicaron y lo siguen practicando multitud de pueblos originarios, nuestras civilizaciones de trópico.
Finalmente difiero totalmente en eso que se expresa en la cual dentro de todo el discurso del artículo: “hay cosas que no se deben y no se pueden cambiar”, luego hace referencia a la bandera Cubana y al modelo cubano, el cual con todo el respeto que le tengo a el comandante Fidel y a la revolución del pueblo Cubano, que fue inspiradora para nosotros, ha sido con todo y eso una Revolución Enajenada, que no ha podido plantear por el dogmatismo del partido que la dirige, la descolonización de la conciencia y de la sociedad, por lo tanto, no puede ser un referente por lo menos en el enfoque que necesitamos, pues a la final se reproduce el capital y sus estructuras, antes bajo un dueño privado y después bajo el maquillaje de socialismo, pero en si no hace una ruptura del “metabolismo social”, que es cambiar el consumismo, las lógicas y racionalidades que nos hacen dependientes de la fabrica, de los intermediarios: de la medicina, la comida, la educación, el transporte, el agua, la energía, la casa…
Volviendo a nuestros héroes primeros: Guaicaipuro, Tiuna y Baruta, y tantos otros caciques y gentes que dieron sus vidas, forman parte de un hilo histórico de liberación nacional, deberían estar sus restos en los lugares sagrados que juraron defender y no en un sitió que representa la invasión cultural y hegemónica que combatieron con toda su fuerza y determinación (como lo es lo que representa un panteón), he allí que a nosotros y a nuestro proceso revolucionario le falta mucho, porque estamos cometiendo demasiados errores por desconocer nuestras luchas, nuestros legados históricos de emancipación, Nuestra Cultura, nuestra esencia, lo que nos darían enfoques que nos harían acertar, y no darle ventajas ni favores por omisión o ignorancia a nuestros enemigos de siempre: las Elites y las Oligarquías.
No se trata de cambiar nombres por cambiar nombres como lo quiere hacer ver quien escribe el artículo “las cosas del presidente”, se trata de que los conceptos y las terminologías fueron impuestas, negándonos a nosotros mismos como gente, respondiendo al lenguaje de la dominación, a lo que el pueblo Bolivariano responderá, porque no solo es el presidente como él cree, sino todo un pueblo en Revolución, refundándose, reivindicándose en sus formas y en sus códigos ancestrales y cotidianos, descolonizando sus calles y sus predios de tiranos, de traidores y de asesinos que colocaron sus nombres, es la batalla comunicacional que nos nombra, es la palabra que nos nombre y nos dignifique, y no el nombre de un cabrón como “Ávila”, como si la montaña no se nombrara ella misma, como si no tuviera una historia, y como si allí nunca hubiera existido las gentes que la veneraban y la respetaban, con los sonidos y la palabra que la acariciaran “Wararaira Repano”…
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