domingo, 13 de junio de 2010

ENFERMOS DE CAPITALISMO, los prejuicios:

LA IMAGEN DE LO OTRO BAJO LA MIRADA QUE QUIERE VER QUIEN MAL INTERPRETA LO DISTINTO, SEGÚN LOS REFERENTES QUE QUIERE SUPONER O DEFINIR, SIN PERCIBIR O RECONOCER REALMENTE LO QUE ÉS, O LO QUE ESTA FRENTE A ÉL...
Cuando vemos o nos encontramos con algo que no sabemos como etiquetar, que no lo hemos conocido ni visto antes, la ignorancia que tenemos de eso que esta frente a nosotros unas veces, y la costumbre de la dominación que nos hace querer definirlo por otro lado, o señalarlo con los referentes que no son realmente de alguien que pertenece a otra cultura, o tiene otro pensamiento u lógica, empezamos a verlo como un ser extraño, no le preguntamos o le reconocemos por lo que piensa y siente, sino que empezamos a medir, a clasificar, a encuadrar deacuerdo a lo que tenemos conceptualizado y lo que nos han dicho o mal enseñado.

La mente funciona como una caja en donde se guardan herramientas, ideas, conceptos, y si estos se limitan al espectro de lo que acontece en nuestra limitada realidad, ya sea un barrio, una comunidad, un espacio cualquiera, hasta una ciudad, y se queda allí, no somos capaces de entender la diversidad, sino que pensamos que lo que nos rodea en el entorno inmediato es lo que es, y ya, que por lo tanto hay que ser así, limitados, hay que vestirse de una sola forma, hay que hacer las cosas que todos hacen, hay que “casarse”, entre otros mitos sociales.

Entonces cuando nos meten dogmas en la cabeza perdemos la libertad de pensamiento y caemos en los prejuicios, que son una especie de muros y de barreras que nos auto colocamos, y en base a estos cometemos cualquier cantidad de injusticias, malas impresiones y percepciones a medias o equivocadas.

El pensamiento único del libre mercado nos ha inutilizado e incapacitado para la capacidad de armonía, convivencia, lo que predomina es un constante deseo de preponderar, de querer imponer y tener poder, y esto se demuestra en lo más sencillo con la vergüenza étnica, en donde somos objetos de la autonegación, y sucede entonces por un lado que no nos reconocemos, y por el otro, los enemigos de siempre: los racistas, los capitalistas, esclavistas y explotadores de los pueblos, y de la naturaleza quieren definirnos, sojuzgarnos, decirnos que debemos o no debemos hacer, como pensar, como comer, como vestirse, caminar, nos quieren pensar la vida según como ellos les parece que se debe vivir, en ningún momento nos preguntaron como hacíamos nuestras casas, nuestras churuatas, con que materiales las construíamos y cómo, tampoco ni siquiera se han dignado a preguntarnos ni a escucharnos como nombramos la tierra, el sol, la luna, los caminos y las montañas.

Queremos ver lo que nos interesa o nos conviene ver o visualizar, escuchar o percibir, sin tomar en cuenta verdaderamente lo que és, lo que significa, lo que quiere expresar o comunicar, enfrascados en la conveniencia, en la minimización, subestimación o hacerlo valer menos, en la negación u ridiculización, emitimos juicios, pareceres que dañan y perjudican lo otro, incluso llegamos a la falacia de destruir por las envidias lo que es pertinente y acertado.

Algunas veces por el solo hecho de ver capacidad, talento e interesantes ideas, no te miran como alguien que aporta para mejorar, sino como un peligroso competidor, al cual hay que mantener al margen, hay que aislarlo, no tomarlo en cuenta, a sabiendas de que se funciona mal, o a medias, y se es cómplice de la mediocridad.

En otras ocaciones hablan paja de ti, crean intrigas, desean que tus proyectos fracasen, que en fin, las cosas te vallan mal para ellos sentirse bien…

Es difícil concretar un socialismo, si hasta las mismas personas que están impulsándolo, no ponen de lado esas miseria humanas, que se figuran como el enemigo interno más peligroso, capaz de dar al traste con la Revolución Bolivariana, porque hay que admitir que estamos enfermos de capitalismo, lo tenemos ahora en los sentidos, en la sangre y en los huesos, y una de las formas de curarnos es saber renunciar a las miserias humanas que hacen posible que se reproduzca este macabro sistema.

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