domingo, 9 de octubre de 2011

A 519 AÑOS DE LA RESISTENCIA ABYAYALANA EN VENEZUELA

EL LENGUAJE DE LA TIERRA EN NUESTROS PUEBLOS ORIGINARIOS

Este nuevo aniversario de la resistencia ante el invasor conquistador y colonialista hace que tengamos presente que la gran diferencia entre el concepto occidental imperial y las demás civilizaciones ha sido, que muchos pueblos originarios no definen a la Pachamama como una mina o como un espacio-territorio para explotar o apropiarse de todos los “recursos” que existen, inclusive, en el caso de las gentes de Kaína y de Omaima existieron y aún existen formas de gobierno y de autonomías comunitarias donde se practica el colectivismo como norma social y cotidiana, lo cual contrasta sin duda con estas sociedades tan individualizadas e industriales en la cual nos encontramos como habitantes urbanos.

Otro aspecto resaltante es el hecho de que todo lo que hacían e incluso la palabra y los sonidos que se compartían o se hacían presentes en sus rituales y en el acompañamiento de las tareas comunales forma parte de un lenguaje, una actitud de vida que no separaba como lo han hecho las ideologías y los artífices de la manipulación de conglomerados humanos, lo que definen por una parte como retórica y por la otra la praxis, es decir, que a diferencia de los antiguos griegos, quienes inventaron la democracia esclavista sostenida por el pensamiento aristotélico y la conversión de la palabra en falacias y medio para confundir, engañar y ultrajar, como también lo hicieron los romanos y los demás imperios, emperadores y reyes que se han sucedido desde entonces, en nuestros originarios todo lo que se decía formaba parte de una identidad común, colectiva, cada tejido, cada canto reflejaba y refleja aún una cosmogonía, pero también un lenguaje, una convivencia, un encuentro, en donde la palabra no se separa y no entra en contradicción con el hacer, de modo que lo que se expresaba, lo que se piensa y se dice emerge o emergía de toda unas vivencias y unas practicas sociales profundas entre todos los miembros del pueblo y estos a su vez con la madre tierra.

Para nuestros pueblos originarios que no quisieron ni estaban interesados en inventar ”estéticas” porque no concebían lo artificial, o lo que llamamos como “arte” o “música”, porque no buscaban manipular los sentidos o las percepciones humanas, como tampoco tenían que hacer “catarsis” a través de las tragedias o los grupos musicales para aligerar la carga de una sociedad, que esconde los vejámenes mostrando arte o arquitecturas, símbolos de poder que sirvieran para la contemplación y para el engrandecimiento de la Polis, la ciudad, porque sencillamente no eran esclavistas, nunca sintieron la necesidad de acumular riquezas y nunca se caracterizaron por ser civilizaciones invasoras o destructoras de lo otro, nunca se caracterizaron por la ambición hasta el punto de desaparecer o exterminar a otras culturas, es decir nunca practicaron el etnocidio ni el genocidio, a pesar de que tuvieran algunas riñas locales fueron más bien culturas del encuentro, de la convivencia y de la interculturalidad.

El proceso de conquista y colonización que sobrevino no tuvo otra motivación que la empresa comercial, saquear, obtener materias primas y llevarse productos, lo mismo que siguen haciendo hoy en día los “empresarios” y grandes dueños de corporaciones y transnacionales, pero por supuesto con mecanismos perfeccionados de neocolonialismo a través de lo financiero, el papel-moneda, los bancos, los medios masivos de información, la tecnología y la gran capacidad para matar que tienen sus armas, sus misiles…

En la memoria colectiva del continente sobrevive el ejemplo heroico de hombres como Guaicaipuro, Capoilican, toro sentado, Cuahtemoc, Tupac katari, Mara, Cayaurima, y tantos otros que organizaron la resistencia e infringieron derrotar militares con la guerra de guerrillas y la guerra asimétrica, aún cuando se estableció todo el poder y la estructura colonial con la iglesia católica como institución evangelizadora para la asimilación u occidentalización, y por otra parte el mercenarismo junto al establecimiento de la institución militar que controlara la esclavitud y mantuviera la sociedad de castas y de discriminación en base a status y colores, así como de origen, había diferencia de clases incluso entre los blancos, la guerra de independencia vendría por una parte a eliminar ese espantoso régimen colonial que mantenía con el Estado Teocrático y feudal un férreo control sobre los pueblos americanos.

Pero incluso cuando los ejércitos o guerrillas de la resistencia abyayalana no pudieron repeler la invasión extranjera, fue la cultura oral, los cantos y la palabra, junto a sus practicas ancestrales como lenguaje de la identidad, lo que pudo hacer que sobreviviéramos como pueblo a cinco siglos de colonialismo y neocolonialismo, a la negación y a los intentos de desaparición como culturas que toda la estructura e instituciones que el invasor edificó para tal fin, además de garantizar el flujo y robo de riquezas hacia sus territorios, y recientemente, para imponer el pensamiento único del libre mercado y el totalitarismo de su modelo capitalista.

Para nosotros es un compromiso retomar todas aquellas enseñanzas y lenguajes que se aparten de la lógica del poder y de la apropiación, porque los legados de todas estas luchas y sabidurías ancestrales son elementos descolonizadores que nos reencuentran con nuestros orígenes olvidados o perdidos después de tanta desmemoria, enajenación y desarraigo, los legados ancestrales y sus lenguajes expresados en el color de la tierra y sus gentes nos hacen redescubrirnos y pensarnos desde otros referentes que desmontan la mentira de un sistema antisocial y usurpador de humanidad en casi todos sus ámbitos, en la fabrica, en la industria, en la escuela, en la universidad, en la calle, en la ciudad, por eso, la posibilidad de redescubrirse cada quien, emancipa y nos libera en colectivo, porque hasta ahora solo hemos sido convertidos en mercancías integrales y limitados a una función asignada por el aparato tecnológico-industrial bajo la modalidad de asalariados con profesiones o especializaciones.

Volver a redescubrir los legados ancestrales, evocando y teniendo presente estos 519 años de la resistencia abyayalana es volver a hablar el lenguaje de la tierra, es volver a vincularnos con la madre tierra, es volver a ser gentes de la tierra.

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