La interculturalidad no es entretenimiento cultural, tampoco quiere decir exhibición o animación cultural, la interculturalidad es convivencia a plenitud, se puede incluso hallar en la interculturalidad elementos y soluciones adecuadas a los inmensos problemas sociales de hoy en día, como el acceso al agua, la energía, los alimentos y el tema de la vivienda y el trabajo.
Si nos apartamos del colonialismo mental comerciante del “todo se compra y todo se vende” o el “todo se compra y todo se paga”, y además hacemos un mayor esfuerzo para separarnos de la industria como sistema estructural que le da forma a todas las actitudes individualistas y capitalistas, nos encontraremos con muchas alternativas y respuestas a nuestras preocupaciones existenciales, notaremos maneras distintas de hacerse casas, de alimentarse, de trasladarse, de sembrar y de festejar, que se desmarcan del horrendo cuadro que convierte todo lo que hacemos y necesitamos en una mercancía.
He allí la enorme importancia que tiene para el futuro de la humanidad las culturas ancestrales, y del porqué la desquiciada pretensión de academias, laboratoristas, compañías y transnacionales en querer patentar esos conocimientos y los secretos bien guardados en el corazón de la Amazonía.
La interculturalidad se nos plantea como pueblos y gentes en el redescubrirnos constantemente, en el pensarnos desde esas diversidades y colores, propuestas civilizatorias que tienen que ver con la geografía del lugar, sus gentes, sus contextos, que tienen un vinculo con la tierra y el equilibrio cósmico planetario, es decir, están en armonía con la vida y no están signados o determinados por el mercado y la industria.
Es tan vital en estos tiempos practicar la interculturalidad y conocer los saberes y la etnociencia de los pueblos originarios, que estos a nivel filosófico y cultural descolonizan la conciencia de cualquiera que por curiosidad o necesidad de aprender, se encuentra con ellos, y esto desmonta todo el manto mediático creado y establecido por la sociedad industrial, su “industria cultural” de masas y sus lumpen-empresarios.
La interculturalidad, su practica integral y la investigación en provecho de la emancipación humana que ella genera para beneficio de las gentes y los pueblos, rompe con las subdivisiones sociales marcadas por las especializaciones, los títulos y demás estratagemas que a cada persona se le ha asignado en la maquinaria tecnológica-industrial, eso que comúnmente llamamos PROFESIONES….
La interculturalidad en el sentido del encuentro de las culturas, sus diversidades y sus gentes, nada impone, nada obliga y a nada justifica, como es el reconocimiento al otro, a la otra, el respeto a su espiritualidad, sus códigos de entendimiento y proceso histórico-social, no hay transgresión, ni violencia, ni colonización, no hay espacio ni lugar para los imperios y sus tesis de dominación o hegemonía.
Como en la interculturalidad solo nos miramos desnudos, sin vestiduras y sin protocolos, tampoco hay lugar para las jerarquías y sus teologías del desarraigo y el desprecio, no hay lugar para los dogmas y la uniformidad homogeneizante del pensamiento único del libre mercado.
Visualizando el “Buen Vivir” como un legado ancestral de las civilizaciones del trópico, se pueden encontrar todos los elementos y enseñanzas que tienen que ver con la soberanía plena de las gentes en la cotidianidad, que va más allá de la obtención o compra de productos y adquisición de comodidades, vicios que responden a la psicología de la obsesión por el consumo y la acumulación infinita de cosas.
Entendiendo el “Buen Vivir” desde su significado real que le han dado nuestros antepasados amazónicos, quechuas, aymaras y mapuches, (entre tantos otros), esto quiere decir para nosotros recuperar la relación del equilibrio entre el cuerpo- la mente y el espíritu, y nuestro ser a su vez con el entorno, el respeto por la madre tierra y a toda expresión de vida.
A través de la interculturalidad y del “Buen Vivir” como conceptos y practicas sociales se nos abren las posibilidades de construir la nueva sociedad, el hombre y la mujer nueva, el SER SOCIAL que se desmarque del ser-privado, el hombre-empresa y del ser-industria, en búsqueda de un SER-PACHAMAMA que deje atrás, en los basureros de la historia enajenada al Ser-urbano-artificial, para volver a ser CULTURAS DE LA TIERRA, para dejar de morir es esto que llaman “Cultura urbana”, una fatídica y aterradora cultura de ciudades y centros comerciales que nos niega y nos utiliza para sostener lo muerto, convirtiéndonos masivamente y de manera lamentable en ciudadanos adictos a la necrofagia…
Si nos apartamos del colonialismo mental comerciante del “todo se compra y todo se vende” o el “todo se compra y todo se paga”, y además hacemos un mayor esfuerzo para separarnos de la industria como sistema estructural que le da forma a todas las actitudes individualistas y capitalistas, nos encontraremos con muchas alternativas y respuestas a nuestras preocupaciones existenciales, notaremos maneras distintas de hacerse casas, de alimentarse, de trasladarse, de sembrar y de festejar, que se desmarcan del horrendo cuadro que convierte todo lo que hacemos y necesitamos en una mercancía.
He allí la enorme importancia que tiene para el futuro de la humanidad las culturas ancestrales, y del porqué la desquiciada pretensión de academias, laboratoristas, compañías y transnacionales en querer patentar esos conocimientos y los secretos bien guardados en el corazón de la Amazonía.
La interculturalidad se nos plantea como pueblos y gentes en el redescubrirnos constantemente, en el pensarnos desde esas diversidades y colores, propuestas civilizatorias que tienen que ver con la geografía del lugar, sus gentes, sus contextos, que tienen un vinculo con la tierra y el equilibrio cósmico planetario, es decir, están en armonía con la vida y no están signados o determinados por el mercado y la industria.
Es tan vital en estos tiempos practicar la interculturalidad y conocer los saberes y la etnociencia de los pueblos originarios, que estos a nivel filosófico y cultural descolonizan la conciencia de cualquiera que por curiosidad o necesidad de aprender, se encuentra con ellos, y esto desmonta todo el manto mediático creado y establecido por la sociedad industrial, su “industria cultural” de masas y sus lumpen-empresarios.
La interculturalidad, su practica integral y la investigación en provecho de la emancipación humana que ella genera para beneficio de las gentes y los pueblos, rompe con las subdivisiones sociales marcadas por las especializaciones, los títulos y demás estratagemas que a cada persona se le ha asignado en la maquinaria tecnológica-industrial, eso que comúnmente llamamos PROFESIONES….
La interculturalidad en el sentido del encuentro de las culturas, sus diversidades y sus gentes, nada impone, nada obliga y a nada justifica, como es el reconocimiento al otro, a la otra, el respeto a su espiritualidad, sus códigos de entendimiento y proceso histórico-social, no hay transgresión, ni violencia, ni colonización, no hay espacio ni lugar para los imperios y sus tesis de dominación o hegemonía.
Como en la interculturalidad solo nos miramos desnudos, sin vestiduras y sin protocolos, tampoco hay lugar para las jerarquías y sus teologías del desarraigo y el desprecio, no hay lugar para los dogmas y la uniformidad homogeneizante del pensamiento único del libre mercado.
Visualizando el “Buen Vivir” como un legado ancestral de las civilizaciones del trópico, se pueden encontrar todos los elementos y enseñanzas que tienen que ver con la soberanía plena de las gentes en la cotidianidad, que va más allá de la obtención o compra de productos y adquisición de comodidades, vicios que responden a la psicología de la obsesión por el consumo y la acumulación infinita de cosas.
Entendiendo el “Buen Vivir” desde su significado real que le han dado nuestros antepasados amazónicos, quechuas, aymaras y mapuches, (entre tantos otros), esto quiere decir para nosotros recuperar la relación del equilibrio entre el cuerpo- la mente y el espíritu, y nuestro ser a su vez con el entorno, el respeto por la madre tierra y a toda expresión de vida.
A través de la interculturalidad y del “Buen Vivir” como conceptos y practicas sociales se nos abren las posibilidades de construir la nueva sociedad, el hombre y la mujer nueva, el SER SOCIAL que se desmarque del ser-privado, el hombre-empresa y del ser-industria, en búsqueda de un SER-PACHAMAMA que deje atrás, en los basureros de la historia enajenada al Ser-urbano-artificial, para volver a ser CULTURAS DE LA TIERRA, para dejar de morir es esto que llaman “Cultura urbana”, una fatídica y aterradora cultura de ciudades y centros comerciales que nos niega y nos utiliza para sostener lo muerto, convirtiéndonos masivamente y de manera lamentable en ciudadanos adictos a la necrofagia…
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