4.5.2013
EL PODER Y EL ANTIPODER
9no Círculo de Estudio de la
Escuela Social Rodrigueana Latinoamericana y del Caribe
Nosotros hemos estado viviendo estos últimos
siglos bajo las sombras del Poder y de los Poderes, que acumulan, promueven y
defienden las élites, nosotros hemos sentido en carne propia un mundo diseñado
desde el Poder y sus instituciones, sean estas religiosas, corporativas,
empresariales, educativas, académicas y neocoloniales.
El Poder es así, como todos los inventos
desde hace más de 15.000 años, junto a las ruinas de antiguas civilizaciones,
imperios y vestigios arqueológicos, junto a las guerras y la bomba atómica,
puede considerarse nefastamente como uno más de esos monumentos y arquitecturas
que suelen galardonar con el título de “Patrimonio cultural de la humanidad”.
Desde allí y de su invención como método
coercitivo y destructivo, los pueblos asisten sin que se les haya consultado, y
se les induce a adoptar y hasta aceptar en las sociedades, el aroma del poder,
el perfume del poder, de una división social de clases, y la imposición del
libre mercado como un sistema estandarizado a escala global.
Se puede decir entonces, que somos
gobernados por Poderes fácticos, como el económico o el tecnológico, el agro-tóxico
alimentario y el transnacional, o en otras ocasiones, dependiendo de los
contextos y las circunstancias, el
aparato de alguno de los Poderes del Estado actúa, y asume el control, la
vigilancia o la represión de sus ciudadanos, relación perversa que ha sido
creada por la burguesía, desde los tiempos de la ilustración y la revolución
industrial.
Digamos entonces que cada quien o un
colectivo practica el Antipoder en la medida en que es capaz de recuperar
espacios o elementos culturales que han sido expropiados por el capitalismo y
sus estructuras, ya sean feudales, corporativas, financieras o teológicas, que
le permiten a quienes se definen como Antipoder asumir cada vez más soberanía
sobre si mismos, la capacidad organizativa generadora de autonomía y
autogobierno, dignidad, conciencia, la posibilidad de tomar decisiones capaz de
crear el bien común y la suprema felicidad social.
La Práctica del Antipoder es entonces cuando
la gente y los colectivos de los pueblos pueden existir, vivir, prescindiendo
de los inventos o las estructuras creadas por el Poder, o cuando se minimiza el efecto
intervencionista de los Poderes de facto en la cotidianidad de nuestras vidas y
el efecto o influencias que puedan tener en nuestras decisiones, afectos, percepciones,
interrelaciones, y valoraciones, tanto objetivas como subjetivas.
Si nos preguntamos, ¿Quién realmente tiene
el Poder?, más allá de los Estados-Gobiernos, o las parcelas o ínsulas
particulares y locales que se expresan en la pequeña burguesía, los
comerciantes o los microempresarios o clases medias, si nos hacemos esa
pregunta al extremo de aceptar que ese Poder puede ser omnipresente o
omnipotente, a tal punto de encontrar sus productos en cualquier geografía del
mundo, los logos de sus mercancías en las geografías de abajo de todos los
nombres, admitiremos que es el mercado quien verdaderamente tiene el Poder, por
encima de las burguesías locales y de las oligarquías regionales, ese inmenso
Poder del mercado es el reflejo o el espejo de quienes pueden tomar decisiones
que afectan a millones de personas, es el Poder de afectar y de incidir en las
macroestructuras para generar crisis y reorganización del capital.
Frente a este nuevo absolutismo y
oscurantismo del mercado, del capital y de las corporaciones, el Nosotros
Pueblo no le queda otra alternativa que asumir la rebeldía y la locura
creativa, para convertirla en antipoder y espacios liberados que nos permitan
construir el socialismo y hacer realidad los sueños libertarios.
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