Icoa-Irú se fué con Bemba a una excursión a la
montaña donde querían visitar las piedras pintadas, esas piedras que muchos
conocían como “Petroglifos” pero que tenían como nombre originario “Timerí”,
tenían que caminar por el “Gran Azul”, ese maravilloso gigante dormilón al cual
le habían puesto el nombre de “Henry Pittier” ( un parque nacional).
“Viste la vaina Bemba, estamos visitando esas
páginas regadas que dejaron nuestros ancestros” decía Icoa-Irú, mientras que
Bemba al escucharlo respondía: “Ashé”...
Continuaron caminando un largo rato y podían
observar las tonalidades violetas, naranjas y azuladas-verdosas con el que “El
Gran azul” se vestía cada vez que se levantaba junto a cielo despejado o la
neblina de tus ojos distraídos, mientras pasaba la brisita sonriente...ambos
caminaban y se hallaron en el camino con un arroyo por donde navegaba la
viajera del río, ese andar era solamente el pétalo del tiempo y de noche
mientras descansaban antes de continuar la marcha, guindaban sus hamacas entre
dos árboles y bebían agua de las tinajas que llevaban, mientras preparaban
improvisadamente entre aquel ambiente boscoso algo que comer en una fogata.
Amaneciendo, antes de continuar se escuchaban los
cantos de las guacharacas y miles de pájaros diferentes, pasaban alegres un par
de Guacamayas, pasaban los chocolateros, los turpiales, empezaron a subir el
cerro mientras que también sentían que los visitaba el solarcito de los
lunares, como había mucho sol se tomaron un Jugo de cáctus que guardaban en sus
mapires, le decían “Jugo de Cáctus” a cualquier bebida natural o agua de
frutas, que preferían a tener que tomar colas y refrescos que daban cáncer y
que provenían de aquellas transnacionales que secaban manantiales y los ríos, que se robaban el agua para preparar aquellos
tóxicos verdes, naranjas o amarillos que con la cual adornaban las fiestas, los
cumpleaños, las bodegas y establecimientos del folklor de la industria.
“Que sabroso jugo de Cactus” decía Bemba, “Con este
Papelón con Limón” no necesitamos tomar ningún refresco”; así es -reafirmaba
Icoa-Irú- “ya no somos un mercado para nadie, somos libres!”, y siguieron
caminando mientras se escuchaba el canto de las chicharras intermitentemente,
fue entonces cuando mientras conversaban se encontraron con las primeras
piedras pintadas, tenían figuras talladas sobre insectos, pájaros, lagartijas,
habían muchas espirales y rostros...
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