Turmero, 21 de diciembre de 2008
¡Apreciados hermanos/nas!
¿Qué sé sobre Dios…?
Aun recuerdo cuando era niño; más o menos por el año 1973. Estudiaba en la escuela Jacob Pérez Carballo, calle # 12 San José, Maracay, Estado Aragua. Para entonces administrado por las monjas. Fue ahí en donde los niños de tercero y cuarto grado tuvimos que pasar por el tubo de la 1era comunión.
Se solía decir, y creo que aun se dice; ¡que nos iban a sacar el diablo o demonios que teníamos! Que si no confesábamos nuestros pecados, Dios, nuestro señor, nos iba a castigar. Los grandes pecados de mi existencia a la edad de 10 años, eran haber dicho de vez en cuando varias groserías y, quién sabe, alguna mentaita de madre y que bueno; no le hacía caso a mi mamá.
Para quedar limpio de toda culpa, después de confesarme, me mandaban arrodillarme frente a la cruz. Ahí rezaba varios Padre Nuestro y Ave María y otro rezo en el que yo era culpable de todo. Por mi culpa, por mi culpa, por mi grandísima culpa yo hasta lloraba y no sabía por qué…. Nunca entendí aquello de cómo operaba el mecanismo de salvación.
Lo cierto; es que el día de mi comunión tuve mi primer “flux”, guantes blancos y zapatos nuevos. E igualmente, a partir de ese instante empecé a utilizar pantalones largos. Lo más bonito que recuerdo fue cuando llegamos al apartamento en las Acacias, ya estaba dispuesta una mesa larga con variedad de frutas, bebidas y comidas. Y lo más relevante es que todos mis primos de la familia Gavidia Ortega y amiguitos, estaban ahí, para celebrar mi recién estrenada “SANTIDAD”. ¡Casi que caminaba en el aire…!
El siguiente par de domingos, era obligatorio ir a la iglesia y volverse a confesar para poderse comer la lochita de pan, y un sorbito de vino que nos volvería a “purificar”. Gracias a “Dios”, que en el hogar no había ni devotos, ni beatos. Cuestión que me permitió liberarme de ese claustro todos los domingos.
Una vez libre de la rutina: siéntate, párate, canta, persígnate, arrodíllate, dense la paz… lo importante es que recuperé todos mis demonios; es decir, que de vez en cuando decía groserías y que le fregaba la paciencia a mi mamá.
En 1983, viviendo ya en Turmero, a través de unas amistades, entro en contacto con esto de la Santería. Te fumaban el tabaco, te mandaban remedios de hierbas y lo que más me gustaban eran los baños para la suerte: antienvidia y rechazar algún “espíritu” impostado que me estuviera jodiendo. ¡Algo que me gustaba de esos baños era que todos tenían como ingrediente: flores y hojitas de cariaquito morao! Después de que casi me quemo en un círculo de pólvora ¡me dejé de vainas! Total, que tampoco comprendí esos fenómenos y de lo que yo; en lo personal, no sentía nada en lo absoluto.
A partir de 1995, se activa en mí, la imperiosa necesidad de entender y comprender mi propia espiritualidad y ¿cómo se correspondía la misma? con la diversidad de religiones. Pasé por la metafísica, testigo de Jehová, pentecostal, evangélico libres, católicos… entre otros. De vaina que no me volví loco buscando respuestas. Yo decía, o es que tengo un demonio muy arrecho que no me deja ver, o es que no merezco el cielo por maldito.
Por iniciativa propia estudié la Biblia, de la cual, debo decir. Que la vida y obra de Jesús, el Cristo, me impacto: sus milagros y esa forma sencilla y humilde de asumir la vida. De acciones desprendida y desinteresada “a cada día su propio afán”
De ésta diversidad de religiones, todas se esmeraban en decir que ellos tenían la verdad y nunca faltaba señalamiento de que las otras religiones eran falsas. Observe que cada una de estas instituciones tiene sus escuelas. Y de todos esos encuentros, me quedó claro; el cómo de forma conductista: adoctrinan, condicionan y enajenan a la gente.
Yo no cuajaba en esos formatos, con la misma que llegue… me fui. Por supuesto algunas ideas llamaron mi atención, más que todo las que argumentaban sobre el amor. Que para mí, el amor, es un legado de la naturaleza de la cual somos parte también y no es potestad de una religión específica o seres superiores.
Necesariamente renuncié a estas autoridades, jerarquías. Puesto que el fondo del asunto es la institucionalidad religiosa ejerciendo el ¡PODER y más poder! para esclavizar al los “fieles”. En lo personal me auto volví un infiel ¿infiel al poder o infiel a la religión? ¡Cómo que es la misma vaina! Sin embargo; esto no impidió mis indagaciones, no se si denominarlo “búsqueda”.
Lo que siento es que existe un gentío con una capa muy gruesa de barniz espiritual religiosamente y sistemáticamente condicionados que literalmente crucifican cotidianamente su humanidad. O lo que quede de ella ¡si es que queda algo!
Desde mi propia sinceridad ¡nadie tiene la potestad de las verdades espirituales! tampoco creo que lo espiritual deba buscarse. En este tipo de cuestiones, lo que se busca parece que se aleja mucho más y más. Se aleja porque siempre te tropiezas con los intermediarios mercaderes de espiritualidad y así; comprendes que lo espiritual tiene sus ofertas y demandas. Que te convierten en un adicto consumidor que siempre se arrodilla para pedirle perdón al poder. Claro, al poder le ponen su camisita de señor. Y que siempre debes ser obediente, sumiso. Su canto preferido es…. Te voy a patear ese culo beeeeeeeeeellooooo. Y tú aaaaaaaaaaamen.
Lo cierto es que no hay nada que buscar, porque sea lo que sea, o reside en ti o no está. No hay intermediarios que valgan. Y lo que está “ahí” lo hemos construidos en nuestras relaciones cotidianas, es decir, está precedido por lo que somos como cultura, modelo social. Sea para dominar o emanciparnos. Por eso las comillas “ahí”
Desde está “humanidad” que soy, entre comillas también. No me puedo manifestar como ateo ¡IMPOSIBLE! Pero tampoco me calo un “Dios” institucionalizado que me quiere castigar si no obedezco a sus representantes de turno en éste planeta. ¡NO ME LA CALO NOJODA… NO!
He tenido momentos de gran confianza, en la que todo tiene sentido, que no somos estas islas a las que nos han querido confinar. Ha habido apenas destellos, quizás reflejos, una chispita pues. Instantes; que se me han dado, cuando estoy en medio de las montañas, el mar, el cielo azul… la naturaleza.
También en medio de la gente. En donde todo parece ser un breve silencio, donde todo lo que te rodea campanea fuerte; muy fuerte. Ahí, no hay preguntas ni respuestas. Sencillamente es como una llenura, un reboce de vida que aparece de repente y seguidamente se va detrás del vuelo de alguna mariposa. Es como un asombrarse, sumergirse en el inmenso mar de la vida.
Eso creo que no se aprende o se enseña, no es propiedad de nadie. Es la naturaleza latiendo en ti y a través de ti. Si nos podemos desintoxicar de tantas mentiras que nos condicionan, alienan y enajenan. Seguramente se produce un acercamiento con tu propia humanidad. Revelando lo que está adentro que es esencia y que siempre ha estado ahí, sin esfuerzo. Ese todos juntos que hace crecer el universo.
Rotas las corazas, miedos y mentiras, fluyes, fluyes…
21 de diciembre de 2008
Oscar Rodolfo Gavidia
¡Apreciados hermanos/nas!
¿Qué sé sobre Dios…?
Aun recuerdo cuando era niño; más o menos por el año 1973. Estudiaba en la escuela Jacob Pérez Carballo, calle # 12 San José, Maracay, Estado Aragua. Para entonces administrado por las monjas. Fue ahí en donde los niños de tercero y cuarto grado tuvimos que pasar por el tubo de la 1era comunión.
Se solía decir, y creo que aun se dice; ¡que nos iban a sacar el diablo o demonios que teníamos! Que si no confesábamos nuestros pecados, Dios, nuestro señor, nos iba a castigar. Los grandes pecados de mi existencia a la edad de 10 años, eran haber dicho de vez en cuando varias groserías y, quién sabe, alguna mentaita de madre y que bueno; no le hacía caso a mi mamá.
Para quedar limpio de toda culpa, después de confesarme, me mandaban arrodillarme frente a la cruz. Ahí rezaba varios Padre Nuestro y Ave María y otro rezo en el que yo era culpable de todo. Por mi culpa, por mi culpa, por mi grandísima culpa yo hasta lloraba y no sabía por qué…. Nunca entendí aquello de cómo operaba el mecanismo de salvación.
Lo cierto; es que el día de mi comunión tuve mi primer “flux”, guantes blancos y zapatos nuevos. E igualmente, a partir de ese instante empecé a utilizar pantalones largos. Lo más bonito que recuerdo fue cuando llegamos al apartamento en las Acacias, ya estaba dispuesta una mesa larga con variedad de frutas, bebidas y comidas. Y lo más relevante es que todos mis primos de la familia Gavidia Ortega y amiguitos, estaban ahí, para celebrar mi recién estrenada “SANTIDAD”. ¡Casi que caminaba en el aire…!
El siguiente par de domingos, era obligatorio ir a la iglesia y volverse a confesar para poderse comer la lochita de pan, y un sorbito de vino que nos volvería a “purificar”. Gracias a “Dios”, que en el hogar no había ni devotos, ni beatos. Cuestión que me permitió liberarme de ese claustro todos los domingos.
Una vez libre de la rutina: siéntate, párate, canta, persígnate, arrodíllate, dense la paz… lo importante es que recuperé todos mis demonios; es decir, que de vez en cuando decía groserías y que le fregaba la paciencia a mi mamá.
En 1983, viviendo ya en Turmero, a través de unas amistades, entro en contacto con esto de la Santería. Te fumaban el tabaco, te mandaban remedios de hierbas y lo que más me gustaban eran los baños para la suerte: antienvidia y rechazar algún “espíritu” impostado que me estuviera jodiendo. ¡Algo que me gustaba de esos baños era que todos tenían como ingrediente: flores y hojitas de cariaquito morao! Después de que casi me quemo en un círculo de pólvora ¡me dejé de vainas! Total, que tampoco comprendí esos fenómenos y de lo que yo; en lo personal, no sentía nada en lo absoluto.
A partir de 1995, se activa en mí, la imperiosa necesidad de entender y comprender mi propia espiritualidad y ¿cómo se correspondía la misma? con la diversidad de religiones. Pasé por la metafísica, testigo de Jehová, pentecostal, evangélico libres, católicos… entre otros. De vaina que no me volví loco buscando respuestas. Yo decía, o es que tengo un demonio muy arrecho que no me deja ver, o es que no merezco el cielo por maldito.
Por iniciativa propia estudié la Biblia, de la cual, debo decir. Que la vida y obra de Jesús, el Cristo, me impacto: sus milagros y esa forma sencilla y humilde de asumir la vida. De acciones desprendida y desinteresada “a cada día su propio afán”
De ésta diversidad de religiones, todas se esmeraban en decir que ellos tenían la verdad y nunca faltaba señalamiento de que las otras religiones eran falsas. Observe que cada una de estas instituciones tiene sus escuelas. Y de todos esos encuentros, me quedó claro; el cómo de forma conductista: adoctrinan, condicionan y enajenan a la gente.
Yo no cuajaba en esos formatos, con la misma que llegue… me fui. Por supuesto algunas ideas llamaron mi atención, más que todo las que argumentaban sobre el amor. Que para mí, el amor, es un legado de la naturaleza de la cual somos parte también y no es potestad de una religión específica o seres superiores.
Necesariamente renuncié a estas autoridades, jerarquías. Puesto que el fondo del asunto es la institucionalidad religiosa ejerciendo el ¡PODER y más poder! para esclavizar al los “fieles”. En lo personal me auto volví un infiel ¿infiel al poder o infiel a la religión? ¡Cómo que es la misma vaina! Sin embargo; esto no impidió mis indagaciones, no se si denominarlo “búsqueda”.
Lo que siento es que existe un gentío con una capa muy gruesa de barniz espiritual religiosamente y sistemáticamente condicionados que literalmente crucifican cotidianamente su humanidad. O lo que quede de ella ¡si es que queda algo!
Desde mi propia sinceridad ¡nadie tiene la potestad de las verdades espirituales! tampoco creo que lo espiritual deba buscarse. En este tipo de cuestiones, lo que se busca parece que se aleja mucho más y más. Se aleja porque siempre te tropiezas con los intermediarios mercaderes de espiritualidad y así; comprendes que lo espiritual tiene sus ofertas y demandas. Que te convierten en un adicto consumidor que siempre se arrodilla para pedirle perdón al poder. Claro, al poder le ponen su camisita de señor. Y que siempre debes ser obediente, sumiso. Su canto preferido es…. Te voy a patear ese culo beeeeeeeeeellooooo. Y tú aaaaaaaaaaamen.
Lo cierto es que no hay nada que buscar, porque sea lo que sea, o reside en ti o no está. No hay intermediarios que valgan. Y lo que está “ahí” lo hemos construidos en nuestras relaciones cotidianas, es decir, está precedido por lo que somos como cultura, modelo social. Sea para dominar o emanciparnos. Por eso las comillas “ahí”
Desde está “humanidad” que soy, entre comillas también. No me puedo manifestar como ateo ¡IMPOSIBLE! Pero tampoco me calo un “Dios” institucionalizado que me quiere castigar si no obedezco a sus representantes de turno en éste planeta. ¡NO ME LA CALO NOJODA… NO!
He tenido momentos de gran confianza, en la que todo tiene sentido, que no somos estas islas a las que nos han querido confinar. Ha habido apenas destellos, quizás reflejos, una chispita pues. Instantes; que se me han dado, cuando estoy en medio de las montañas, el mar, el cielo azul… la naturaleza.
También en medio de la gente. En donde todo parece ser un breve silencio, donde todo lo que te rodea campanea fuerte; muy fuerte. Ahí, no hay preguntas ni respuestas. Sencillamente es como una llenura, un reboce de vida que aparece de repente y seguidamente se va detrás del vuelo de alguna mariposa. Es como un asombrarse, sumergirse en el inmenso mar de la vida.
Eso creo que no se aprende o se enseña, no es propiedad de nadie. Es la naturaleza latiendo en ti y a través de ti. Si nos podemos desintoxicar de tantas mentiras que nos condicionan, alienan y enajenan. Seguramente se produce un acercamiento con tu propia humanidad. Revelando lo que está adentro que es esencia y que siempre ha estado ahí, sin esfuerzo. Ese todos juntos que hace crecer el universo.
Rotas las corazas, miedos y mentiras, fluyes, fluyes…
21 de diciembre de 2008
Oscar Rodolfo Gavidia
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