martes, 8 de junio de 2010

HAY ESCUELAS QUE PARECEN CARCELES


Uno ve los recintos educativos y se acuerda de su paso por ellas, los recintos de la Escolaridad, uno se acuerda que aprendió mucho más fuera de ellas, que incluso uno se liberaba al pasar el liceo y pasar los agobiantes y fastidiosos ejercicios, mi tormento era por ejemplo la química, la matemática y la física, cuentas iban i venían, formulas, enunciados, dificulto que me quede memoria de eso que me cansé de hacer obligatoriamente, sin gusto y motivación, más allá de cumplir con avanzar.

Todavía se ve en el imaginario social, ese concepto de las escuelas, en donde parecen iguales mientras los años y las décadas pasan, el mismo formato, muchas veces incluso descuidadas como muestra del poco cariño y valoración que las gentes de la comunidad sienten por ellas, y como es la escuela del pueblo, tienen que estar feas y ser mediocres, tanto quienes la dirigen como la propia presentación de la infraestructura: vidrios rotos, ventanas oxidadas, sus paredes sin ninguna muestra de arte ni de aportes que muestren un cambio, recintos que parecen ser no muy queridos por la propia comunidad y dan el aspecto de ser carceles.

Pareciera ser que las Escuelas y Liceos del pueblo las confinaran y las condenaran a ser feas, tenebrosas, mientras que las escuelas e institutos privados hacen gala de buena gerencia (porque se lucran), y uno se pregunta ¿por que lo público, lo que es para el pueblo tiene que ser mediocre? la Revolución no puede ser expresión de mediocridad, incapacidad o falta de creatividad, la Revolución tiene que ser buena gerencia, y por más que ese espacio (las escuelas y liceos) esten secuestrados por directores que no les interesa su propia gente, esos espacios son de la comunidad y la gente tiene que ser capaz de tomarlas a favor del desarrollo cultural y la trasformación de la sociedad.

Lo que pasa también, es que en el imaginario Social, la vieja escuela nos jodió tanto, que al salir de ella no quisimos saber más de su existencia, no quedó por lo tanto ese sentimiento de arraigo y de pertenencia como parte de nuestras vidas. De la escuela solo recordamos que teníamos que hacer las cosas obligado, sin saber para que nos servían en realidad, sentiamos la dictadura y la obediencia, que te castraban la creatividad y te hacían perder el tiempo.

Y es que muchas cosas que tenían que ver con la convivencia y la aplicación social, nunca se relacionaron ni las enseñaron, nunca vimos como entender la salud para no enfermernos, porque hasta los mismos maestros ni sabían, igual la biología, la quimica, la matematica o la física, lejos de ser vivenciales y practicadas en la cotidianidad para saber vivir, se teorizaban y se quedaban en las aulas, lo que tal vez explique el porqué tanta decidia y desentendimiento con los recintos escolares, o los recintos de la escolaridad.

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