martes, 23 de marzo de 2010

"HAY QUE DARLE DE COMER A LA MONTAÑA"


Cómo asumir esta vida, esta existencia sin generar mayor impacto en el medio ambiente, cómo convivir con el medio sin modificar su esplendor, como hacernos de una sociedad que se vincule con su entorno sin arrasar con el manto verde, una convivencia sin agredir a los árboles, sin agredirnos a nosotros mismos y a lo que nos rodea, todo esto pasa irremediablemente por plantearnos una ruptura con el libre mercado, establecer nuevas relaciones sociales, nuevas dinámicas en la cual nos refundemos a nosotros mismos, desde aquellas cosas sencillas, hasta liberarnos el espíritu, la mente y el cuerpo de tantos inventos que nos maltratan y nos golpean diariamente.

Uno de los pasos fundamentales es ser desprendidos, entregarnos, socializar los saberes, romper las barreras que se han levantado con los egos, con los valores de la sociedad que pretendemos dejar, los valores y los dogmas de la sociedad capitalista, las conveniencias y las acciones que no se mueven si no ven dinero de por medio.

Habría que recordar que la riqueza cultural que tenemos como pueblo, se debe a muchos hombres y mujeres que lo entregaron todo desinteresadamente, sin esperar nada a cambio, sin otro motivo que de querer su tierra y sus gentes, nuestra música, nuestros bailes, nuestras muñecas de trapo, las artesanías, en fin, los acervos y legados que nos entregaron cuando ninguna institución, estado u organismo se preocupaba o se interesaba por aquello, a menos que fuera para promocionarlo como lo hacen las empresas privadas o la politiquería cuarto republicana.

Todo el conjunto de legados que tenemos como pueblo, es la esencia y el reflejo de lo que somos, sin eso seríamos un pueblo muerto, destruido, colonizado, un fantasma de sociedad…un espectro adoptando identidades prestadas….

Hoy en día la cultura de los pueblos se ve seriamente amenazada al igual que el medio ambiente, por una serie de usurpaciones y tergiversaciones del hecho en si mismo, la cultura de los pueblos se ve amenazada por el avasallante avance de lo mediático y de la industria cultural de entretenimiento, de publicidad y de comercio masivo, los cuales transforman el hecho cultural en una mercancía, lo cual lleva como consecuencia a la destrucción o la desviación del sentido social original, que le daba la gente a determinada manifestación o expresión cultural.

También podemos notar que no solamente es la comercialización de las tradiciones de un país, sino también la incidencia de nuevos valores o estereotipos culturales difundidos por la industria cinematográfica, las productoras de la imagen y de los contenidos musicales, que son capaces de invadir pueblos enteros, como en el caso del reggae ton y otros géneros, que tienen como fin la transculturización. Esta incidencia foránea, desplaza a conglomerados enteros, a pueblos enteros de su propia cultura, amenazando por consiguiente el futuro de un país, al ir perdiendo progresivamente su identidad.

No hay nada más gratificante y maravilloso que apreciar las diversidades culturales existentes, que apreciar y valorar en su justa importancia y valor, lo que un pueblo ha construido a lo largo de su existencia y de su historia, lo que lo define asi mismo, lo que expresa su tierra y sus gentes, sin embargo, existe una cultura dominante de mercado, que esta acabando con esa diversidad, que a través de sus medios tecnológicos y masivos cada vez más amenaza con extinguir las culturas y los pueblos, dejándolos como simples museos, es la transculturización galopante que destruye el alma de la gente, va destruyendo todo a su paso, dejando su estela de consumo a nuevos géneros y exhibiciones de estrellas de rock, de fusiones y demás inventos audiovisuales, que desplazan a los pueblos de su propia cultura, inducidos a perderla por la música y la cultura de masas…

Es lamentable los niveles de desarraigo a que han llegado en muchos lugares, por sentirse a la moda, al momento, y otros clichés y tips publicitarios, sin embargo y a pesar de todo este oscuro panorama, existen pueblitos, caseríos y pequeños grupos, gentes concientes que aún conservan sus tradiciones y las practican en sus lugares y países de origen.

Hay que darle de comer a la montaña, tenemos que creer en nuestras propias manos para hacer y crear, alimentarnos de lo que somos, es independizarse de la hegemonía mediática del Libre Mercado.

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