sábado, 17 de abril de 2010

¡VIVA EL VOLCÁN EYJAFJALLJÖKULL!

Frente al desastre ambiental legado por siglos de Capitalismo, y más recientemente con legados mierderales de basura por todas partes, plásticos, botellas que sofocan los mares, talas, sobredosis de fétidas cloacas y groseros emporios de cabillas y cemento, unido al desajuste climático que se radicaliza a raíz de las costumbres consumistas y el estilo de vida “cosmopolita”, deja ver al descubierto las consecuencias inmediatas: sequias extremas, diluvios, calor sofocante, frio delirante, huracanes y terremotos desbordantes.

Esta vez a sido el volcán Eyjafjalljökull, quien como expresión de la madre tierra en otras latitudes ha decidido extender sus humaredas y pasar sobre las medidas de “control” Europeo, causando (en la lógica capitalista) perdidas multimillonarias, cancelación y obstrucción del tráfico aéreo, miles de personas sin poder viajar (que seguramente le echarán la culpa al volcán)… El boicot más efectivo al sistema de libre mercado con la que no contaban los supuestos dueños y señores del mundo, que ha logrado parar por días consecutivos, y ya casi una semana, a las todopoderosas corporaciones y transnacionales (relacionadas a la aviación).

Lo peligroso de todo esto, es que en muchos casos el movimiento geológico o geoespacial del planeta, produce damnificados en su gran mayoría de gente inocente, es decir que los pueblos están pagando o sufren las consecuencias de lo que originan los ricos y los dueños de esos “medios de producción” que además de generar el cambio climático, todavía pretenden sostener el imperialismo a base del neocolonialismo y todas sus variantes de dominación.

En este caso a pesar de perjudicar (desde la lógica antropocéntrica) a un pocotón de pasajeros (que tienen los medios para viajar), el volcán es la fiel expresión del lenguaje en la cual estamos inmersos quienes de verdad creemos en la convivencia del hombre y la mujer en armonía con el medio natural, y es la convicción de que las diversidades étnicas y culturales puedan convivir sin avasallarse unas a otras.

Ya van 10.000 años de historia de invasiones, de devastaciones, de destrucción de pueblos y de expresiones de vida, y parece que no bastan frente a la ilusión óptica que presenta el libre mercado a millones de personas, una ceguera tan arrecha en la cual se hace parecer normal una montaña de basura, un árbol mutilado, y la gente le pasa por un lado y ni siquiera se para a reflexionar.

Aquí mismo, en nuestra casa, nuestro país, nadie o casi nadie se preocupa por separar los desechos y reciclarlos, como tampoco hay empresas del estado que se ocupen de eso, luchar contra la costumbre es algo serio, y es mucho más difícil que vencer a quien nos adversa políticamente, y claro esta, que sabotea o hace todo lo posible para que caiga una Revolución.

El problema va más allá incluso de una lucha de clases, aunque esté inmersa dentro de un cambio social y conceptual, que busca derrocar el sistema capitalista, pues hay muchos que enarbolan las banderas de la izquierda, pero en la realidad reproducen eso mismo que combaten: le gustan los centros comerciales, las cosas de marca, hay incluso a quienes les gusta presumir, se compran celulares caros, se comportan tan igual a cualquier persona prejuiciada por hábitos y conceptos burgueses.

Hacia afuera, en la política internacional criticamos el cambio climático que generan las elites económicas, pero a lo interno, en nuestro país, y en nuestras casas, excepto en parte y muy por encima, lo de la luz y el agua, no se nota un cambio trascendental, o un programa en la cual se conjugue el socialismo que queremos construir y nuestra relación con el Ambiente.

Este conjunto de sucesos y fenómenos naturales deberían ser aprovechados para lanzar una campaña nacional, que aminore al máximo la contaminación y que reorganice en ese sentido a la sociedad, deberían tomarse muy seriamente estas expresiones del cambio climático para abrir la reflexión y el debate de cómo construirnos una sociedad en equilibrio con lo natural, una convivencia entre nosotros y la madre tierra.

La necesidad de no autodestruirnos por nuestro estilo de vida, obliga a un cambio de nuestras interrelaciones y de las dinámicas cotidianas, que siendo entendidas por la gente y nuestro pueblo, en una gran campaña comunicacional y educativa, pueda marcar una ruptura con el modelo expoliador y corporativo que dirige la economía.

Los problemas económicos y las tragedias sociales, derivan del tipo de economía que tenemos, que es la gran aliada del capitalismo transnacional y de la contrarrevolución interna, darle un vuelco total a como se maneja y se conduce, es romper con el capital especulativo, los acaparadores e intermediarios de necesidades.

Estas expresiones como la del volcán Eyjafjalljökull nos obligan a cambiar nuestro estilo de vida, y con ello lo que llamamos economía, que tendría que desligarse de la lógica del libre mercado.

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