viernes, 13 de mayo de 2011

"LO QUE MI MUJER SE LLEVÓ"

En vez de hablar de “lo que el viento se llevó”, debería decir “lo que mi mujer se llevó” luego que estuve casado un tiempo, y después de montarnos cacho mutuamente y de forma disimulada, nos cansamos y nos separamos, aquella cuaima se quedó con la casa, la lavadora que adquirimos, y con los corotos de “mi casa bien equipada”, aquellos electrodomésticos, línea blanca, azul o naranja, o “roja rojita” que cada hogar desearía, y que lo compran por igual escuálidos o chavistas, unos por oportunistas, y otros por seguir ciegamente las promociones que le ofrece la burocracia roja, que promociona boinas, libros de Lenin y franelas del che como coca-cola “revolucionaria”…

Hoy estuve pensando y recordando “lo que mi mujer se llevó”, dejándome en la calle, cuando echamos a la basura aquel contrato matrimonial, aquella unión económica, aquel convenio de felicidad, por eso ahora no traigo tantas vainas encima y tampoco pienso volverme a casar, he decidido no llamar la atensión del libre mercado, para no ser comercializable, vendible o extraditable, he estado reflexionando arduamente como hacer las cosas sin necesidad de interés de por medio, ni a crédito ni al contado, como ser y existir sin que se tenga que robar nada, o de tal forma que no halla nada que usurpar porque no tiene precio, de tal manera de no tener que repetir “lo que mi mujer se llevó”, porque realmente no era a mi a quien ella buscaba, sino un cajero, un cheque, un seguro, una máster card, un apartamento, un resuelve ya…

Lo que indujo a ella a que yo dijera “lo que mi mujer se llevó” fue su hambre vieja, su hambre ancha y legendaria, que aún dándole todo lo que quisiera no se aplacaba, sino más bien se desataba a niveles inimaginables, aunque le hablara a ella de “buen vivir para vivir viviendo”, ¿no será más bien que interpretaba la vaina como: “vivir para seguir jodiendo”?, ella, en su hambre inconclusa e interminable me choreó hasta el Blackberry que tenía, y eso que ya le había regalado uno, porque porecita, ella solo piensa con el estomago, aunque tenga “calidad de vida”, seguirá siendo la triste figura, aquel personaje que quedará nostálgicamente en la película esa, que en vez de decir “lo que el viento se llevo” terminó siendo en aquellas fotos de familia, de caritas felices, de premios y de compras “lo que mi mujer se llevó”…

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