De esta forma todo se vuelve un esnobismo, trivialidades van y vienen, la academia por su parte con la subdivisión del conocimiento que se produce a través de las profesiones, se enorgullece en producir erúditos de especialidades o especializaciones, gradúa, egresa y premia a los inútiles, se place en presentar ejércitos de nuevos desocupados, de mentes operativas, limitadas, inertes, timoratas, casi muertas, mecánicas y lineales, ejércitos de gente que no pudieran funcionar si se les borrara el software, y a quienes difícilmente se les ocurrirá reprogramarse así mismos, ya que la costumbre pesa, los hábitos pesan unos cuantos años y décadas, y es más fácil sucumbir a la comodidad, la imitación o la copia, antes de ingeniárselas de otra manera.
El sistema premia la imitación, la copia, promueve y difunde hacer siempre lo mismo, se castiga la invención, se castra la creatividad, se decapita la imaginación y la originalidad que vengan de los estamentos empobrecidos, sin embargo a través de instituciones y estructuras intermediarias suelen ser robadas, y estos aislados casos de libre pensamiento suelen pasar a servir maqunarias de las élites, de los dueños y propietarios, y cuando no es así, quienes se atrevieron a tener criterio propio sin mecanismos de poder que los coartaran o los coaccionaran, entonces han sido vetados, difamados, destruidos e invisibiladas sus obras, sus pensamientos, sus aportes, sus propuestas y mensajes.
Entonces queda claro que si no funciona la autonegación voluntaria, viene entonces la negación sistemática, la captación o asimilación, acto seguido, de no funcionar estos métodos, le sigue la negación directa, la censura y el cerco mediático, para dar la impresión de que no existes. El Poder ciertamente es algo estúpido...
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