viernes, 19 de octubre de 2012

EL DÍA: COMO PONERSE O QUITARSE UNA MEDIA

Pareciera que detrás de la rutina está el de pasar los días como si fuera ponerse o quitarse una media, alguien ve a una persona con peste o pandemia, y todos alrededor se apartan como si tuvieran frente a si a un leproso o una persona con sarna, a esa persona se le desmoronan las ventanas, se le corroen las paredes, costras de friso caían al suelo, a destajos de hormigón dejaba caer los edificios a quienes terminaban apenas dando un aspecto esquelético y calavérico del esplendor, y al mismo tiempo los rostros de la gente huía terroríficamente, asustada por el miedo a contagiarse, sus expresiones en el rostro eran como aquellos naipes que también iban callendo en cadena, como cuando uno tras otro caen los dominóes en fila india o curvada, así mismo eran aquellos temerosos gestos, despavoridos y mecánicos que solía la gente hacer cuando veía acercarse la muerte, cuando esta la saludaba y compartía con ellos sus aires, sus bocanadas llenas de virus y bacterias, la cercanía de su aliento encantador de nuevas ofertas, paquetes turisticos para ir a visitar islas tragadas por el océano y sus tsunamis, visitas a nuevas Atlántidas y neocivilizaciones perdidas por el calentamiento global, más allá se ven siluetas y hallazgos de peces radioactivos con partículas de Fukushima.

Y es que a todas estas, la rutina sigue siendo ponerse o quitarse una media, y cuando se sale a la calle pareciera que ir y venir, esperar o andar es un trámite que a todos agobia, que a todos les hace "perder el tiempo", como si no estuvieran ocurriendo al mismo tiempo y un trayecto recorrido, miles de vainas...Ceguera total, distorsión total, el primitivismo postmoderno de la sociedad industrial, de los hombres y mujeres que sin la industria parecieran huérfanos, hijos amamantados por el tetero de la industria, hoy viven su más espantosa muerte sin que se den cuenta, alabando cosas muertas, ignorancia masiva sobre lo que nos rodea y lo que acontece, autómatas de la inconsciencia, la enajenación que se levanta imponente sobre los esqueletos urbanos, la decadencia repetida una y mil veces.

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