miércoles, 9 de marzo de 2011

HABITOS CAPITALES 2da Parte

Multitudes de gentes, ríos de gentes transitan agitadas el metro, ya sean las horas pico, de la tarde o de la mañana, caminan ejércitos de gentes, suben y bajan las escaleras mecánicas, desenfrenadas, al mismo ritmo y velocidad que apenas aguarda el tiempo para mirar hacia adelante, caminando y transitando el apuro, llegar tarde llegar temprano, transitando sin mirar a los lados. Había en algún punto alguna exposición sobre un gran venezolano llamado Cesar Rengifo, casi nadie se acercaba a ver o a detenerse un momento para mirar, ni siquiera la curiosidad se asomaba, y allí yacía en soledad el mensaje de Rengifo, el pueblo retratado, su espejo de si mismo ignorado por la propia gente.

Esto refleja que sencillamente la gente esta en una sintonía que distorsiona sus afectos, su mirada y su conciencia, una sintonía confusa, ilusionista que hace que la gente no se quiera a si misma, una sintonía distorsionadora, desquiciante, maquiavélica y disociante de los afectos, de los PRINCIPIOS SOCIALES, de las ideas y del pensamiento, que contribuyen a que se conviertan en actitudes y conductas mecánicas, autómatas, que se incrustan como una rutina diaria, que engañosamente se hacen pasar por situaciones normales.

Otra de las influencias que obstruyen el descanso y la sana recreación es el régimen de trabajo que condiciona los ritmos de la gente, que es obligada a trabajar en empresas y locales privados bajo el chantaje de quedar sin empleo y sin un sueldo para mantenerse y sustentar o contribuir con el ingreso familiar.

Me llama poderosamente la atensión como el laboratorio mediático de la contrarrevolución esta afinando sus ataques y su guerra informática en los chismes y la difamación, pues sabiendo que grandes cantidades de personas que únicamente tienen tiempo para trabajar y cumplir un horario de “trabajo”, se les hace complicado el estudio de las problemáticas que van surgiendo y de la cual nos quejamos, ya sea por las características de ese mismo régimen de trabajo y la carga estresiva, agitada y pragmática a la cual nos llevan las circunstancias de la pseudorealidad urbana, hace que muchos ni consideren el leerse un libro o investigar, o profundizar en ciertos temas, porque además como se trabaja duro todos los días, menos se tiene el hábito de estudio, por lo que mucha gente se deja llevar por lo primero que oye, el rumor, el chisme, y sabiendo además que nuestro pueblo tiene una CULTURA DE LA TRADICIÓN ORAL más que lectora, percibo cómo además de la prensa y de los diarios, la contrarrevolución intensifica su manipulación mediática en el ámbito de las imágenes, los símbolos y la campaña televisiva y oral, repitiendo mil veces mentiras e intrigas.

Nosotros los que amamos a nuestra gente, a nuestro país, con todas sus diversidades y expresiones, debemos darnos instantes de reflexión y encuentro, e invitar a quienes han caído en el juego del apuro y del agite, a detenerse un poco a pensar, a dar elementos que abran la posibilidad de comprender todo a nuestro alrededor, y en consecuencia, a actuar de otra manera a la cual nos han acostumbrado en estas ciudades de mierda.

Pensar como nuestros pequeños ámbitos locales y cotidianos en alguna partecita de ese innumerable conglomerado de gentes, puede ir generando entendimiento distintos, dinámicas distintas, metodologías interesantes, pensamientos distintos a lo imperante e impuesto.

Comencemos por retomar la CULTURA ORAL: los cuentos, la música, el teatro y tantos otros medios para comunicar, hagamos un esfuerzo para proponer maneras de ser a la vez que se desmonta el mito capitalista.

Empecemos en imaginarnos la posibilidad de andar en bicicletas en vez de carros u motos, ese infierno agobiante e insostenible que todo lo ocupa y casi todo colapsa, pensemos aún más como resolvemos el problema de la basura, que no es más que el producto final de unas actitudes y unas conductas que reproducen la cultura del capitalismo: el despilfarro, el consumismo, la indiferencia y lo acomodaticio, y un mierderal de basura siempre en formación y acumulación, es la síntesis de la depredación urbana, es el reflejo de una sociedad violenta e insaciable.

Como pensarnos nuevos asentamientos desde la cultura del barro, las casas de barro, como trabajar sin tener que trasladarse grandes distancias, sino más bien desde los medios que nos hacen útiles: nuestras manos y pies; distancias que puedan ser cubiertas por la bicicleta, ¿Cómo pensarnos una salud y un deporte como cultura del bienestar colectivo para dejar de ser espectadores de los empresarios del deporte y consumidores de los comerciantes de la salud?

Permitámonos crear, visualizar, difundir y valorar todo lo que hacen nuestros cultores y artistas y el pueblo que enaltece y aprecia la CULTURA VENEZOLANA, para descolonizarnos de la industria cultural del libre mercado, y superar el colonialismo intelectual de las bellas artes.

Seamos cada quien nuestro propio Chamán, nuestro propio maestro, para evitar caer en manos de intermediarios y mercaderes del templo. Démonos la oportunidad de salir de las burbujas a que nos condena el reduccionismo de los gremios, sus cargos, su división de clases, la especialidad y las profesiones, para ser integrales, para dejar la inutilidad, el mojón mental de las jerarquías, y la sectorización del PUEBLO en vestidos corporativos o institucionales, que nos separa y nos divide como gentes, que posterga y aletarga el necesario encuentro de lo que somos, y trastornan la posibilidad de construir lo nuevo, de pensarnos y de hacernos en colectivo.

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