sábado, 10 de noviembre de 2012

UNA ECONOMÍA QUE ES RENTISTA SE DEBE TAMBIÉN A UNA EDUCACIÓN RENTISTA Y NEOCOLONIAL


Nosotros venimos de una escuela, de una Educación dictatorial, autoritaria, unidireccional, lineal, nosotros hemos pasado por la escolaridad que es una estructura neocolonial, homogeneizadora, que responde a los estándares del pensamiento único del capital y del imperialismo occidental, una fábrica de fritangas y refritos que repite los mismos programas, contenidos y currículum hechos por la academia, porque su propósito fundamental es instruir y entrenar en la obediencia ciega, para no pensar ni crear, lo que la hace inservible para proponer costumbres de otro tipo que permitan la construcción de una sociedad socialista, una escuela y una escolaridad que ni siguiera sirve para percibir totalidades sino que todo lo fragmenta en profesiones y especialidades, convirtiéndonos en especialistas inútiles, de tal manera que usurpa y nos roba la soberanía en todos los aspectos, porque en el capitalismo a la gente la forman para ser el gran negocio de alguien…

Es esa educación improductiva, parasita, inútil y fastidiosa la que genera una sociedad arrescostada en una economía rentista, profundamente dependiente y clientelar, y también porque todavía las escuelas en este proceso revolucionario, en su gran mayoría, no están formando a la gente para asumir la autogestión, el autoabastecimiento, el gobierno y la economía comunal, por eso la educación que prevalece sigue generando intereses individuales en vez de colectivos o comunitarios, la educación sigue siendo rentista y vertical, y las escuelas siguen funcionando en base a un colonialismo intelectual, filosófico y cultural, que está arraigado en las lógicas y los imaginarios, y es allí donde la obra y los legados del Maestro Simón Rodriguez nos dan elementos que nos permiten descolonizarnos, la Escuela y la Educación Rodrigueana es una praxis profundamente anticolonial y libertaria que establece una metodología emancipadora donde el fin es crear el bien común, el ser social, la vida comunal, la Toparquía, en donde los principios sociales gobiernen en nuestras cotidianidades, lo que contrasta con los postulados del libre mercado, que establece una inconvivencia en base a los caprichos o la voluntad de uno o de cualquiera, sobre los intereses colectivos, de comunidades y pueblos enteros.  

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